TODO INICIÓ...
Por el año 1951 - 1952, Catemaco, aún era Villa, no tenía la categoría de ciudad, no estaba el malecón y las playas lucían su espléndida belleza, construido el nuevo palacio municipal, presidía el ayuntamiento don Rubén Brizuela Moreno, funcionaban solo tres escuelas primarias y estaba por fundarse la secundaria Salvador Díaz Mirón.
Pueblo tranquilo, de aproximadamente 30 mil habitante, gente trabajadora y hospitalaria, donde casi todos se conocían entre sí, las principales actividades económicas eran la pesca, la agricultura y el pequeño comercio, empezaban a despuntar los servicios turísticos.
Ese es el Catemaco que encontró el párroco Lorenzo Arteaga Malfabón, quien llegó a hacerse cargo de la Parroquia de San Juan Bautista. Alumno que fue del Obispo Guízar y Valencia, el sacerdote Arteaga era de corazón solidario y generoso, además de iniciar y concluir la construcción de la actual Basílica de la Virgen de Carmen, se propuso establecer en Catemaco un colegio, donde además de excelente instrucción escolar, los alumnos recibieran sólida formación moral y cristiana.
Tarea nada fácil, pero el sacerdote venció dificultades, para el factor docente acudió a la orden de las Hermanas de los Pobres Siervas del Sagrado Corazón, congregación de prestigio educativo y de servicio a la comunidad, cuya sede era en Zamora, Michoacán.
Las primeras religiosas se hospedaron con la señora María Marthén, mientras terminaban de adecuar la casa alquilada para el colegio, era un casa antigua, conocida como “El volcán (porque decían que ahí se oían ruidos subterráneas), propiedad del señor Ángel Rodríguez González. Se situaba en el arranque de la calle Cuauhtémoc, esquina con la a calle Zaragoza, en el centro de la Villa, era amplia con un largo alero o corredor de tejas y un patio sombreado por un frondoso cedro, cuyo penetrante aroma hostigaba en los calurosos días veraniegos.
El día 15 febrero de 1955, abrió sus puertas con muy pocos alumnos el que sería llamado Colegio del Sagrado Corazón, de instrucción pre-primaria y primaria, las religiosas fundadoras fueron: Enedina Ordaz caballero, directora; María Cervantes, Ildelisa del Rio y Concepción Sánchez., luego se les uniría Eglantina Ríos y María Inés Valencia.
Difíciles fueron los primeros tiempos, pero el padre Arteaga siempre fue un pilar material y moral del colegio que pronto ganó el aprecio de la comunidad y a pocos meses de su apertura, la entonces Dirección General de Educación del Estado concedió reconocimiento oficial al plantel.
Por los años 60 el Colegio del Sagrado Corazón se proyectaba a nivel regional como una institución educativa de excelencia, comenzó impartir enseñanza secundaria, incorporada al sistema federal y recibió alumnos de otros puntos de la región, inclusive por un tiempo contó con internado y medio internado para señoritas. Además el colegio abrió cursos de Contabilidad y muchos de sus egresados se integraron al campo labor con sólidas conocimientos de contabilidad comercial, simultáneamente se impartían cursos de mecanografía, taquigrafía, manualidades y otras actividades formativos.
En esos años, por cuestiones legales, el Colegio de Sagrado Corazón cambió de nombre a iniciativa de su fundador, el padre Arteaga, adoptó el nombre de Rafael Guizar y Valencia, como homenaje a su maestro, religioso de grandes virtudes , que fue 5° obispo de Veracruz, protagonista en el conflicto Iglesia – estado en los años 30, ahora santo.
El Colegio crecía, faltaba espacio, por ello, el padre Arteaga (ya ungido monseñor) adquirió un terreno de 10 mil metros cuadrados en el sitio denominado “El chorrito”, al norte de la Villa. Se encargó del diseño y la obra al arquitecto Liberato De Arcangel, y el 12 de julio de 1964, el obispo de la diócesis de San Andrés Arturo Simanski, ante el presidente municipal don Ramón Valencia Gracia, la madre directora María Virginia Sánchez, padres de familia, alumnos y maestros, colocó la primera piedra del nuevo colegio.
A partir de 1965 ocupó su nueva casa, a lo largo del tiempo el Colegio, a la vez que ha cumplido su cometido de impartir enseñanza, sus directivos y docentes se han preocupado por impulsar actividades recreativas y culturales, y es constante su participación en eventos y concursos estudiantiles y culturales, desfiles, actos cívicos y festivales, alientan el desarrollo de la cultura popular y tradicional, así, cada año presenta su esperada Pastorela navideña, participa en desfiles, actos cívicos y festivales, además mantienen un alto nivel deportivo.
Mención especial merece la Orquesta Juvenil que, formó y dirigió durante muchos años el maestro Lucio Avendaño Marcial, después de haberse iniciado como estudiantina. Se mantuvo por varias décadas en prominente lugar, como la primera y única orquesta infantil y juvenil en el ámbito escolar de la región.
Hasta el cincuentenario del Colegio su dirección ha sido desempeñada por las siguientes religiosas: Enedina Ordaz Cabellera, directora fundadora; Irene Murillo, Georgina Ochoa, María Virginia Sánchez, María I. Piña, Casilda Cuara Amezcua, Teresa Tod, Consuelo Núñez López, Ana María Rizo, Martha Eugenia Medina Amador, Esther Consuela Parra Cabrera, Rosa Trinidad Pimentel, Alicia Sánchez Higareda, Herminia Báez Chávez, Consuela Núñez López, María del Carmen Lúa Guiza, cada directora ha marcado su estilo personal al frente de la institución.
A través de las décadas transcurridas, muchas religiosas han ejercido su magisterio en la Colegi, así, mismo muchos maestros, hemos, dejado la impronta de nuestra huella, ahora nuevas generaciones de docentes siguen esa huella y continúan cultivando las flores de la enseñanza.
La semilla sembrada ayer por el párroco don Lorenzo Arteaga es hoy corpulento árbol que ha dado y da buenos frutos, como lo demuestran las generaciones de egresados, mujeres y hombres de bien, que fieles al lema de la institución: “Ciencia, Amor, Lealtad”, enaltecen día a día a su Colegio y la comunidad catemaqueña.
Autor: Salvador Herrera García.
Distinguido cronista de Catemaco, Veracruz.